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Selected Poems of Antonio Gamoneda

Si una rosa infinita me estallase en el pecho

Si una rosa infinita me estallase en el pecho

y, al llegar el crepúsculo, floreciera en mis labios,

dejarias que fuesse removiendo las sombras

- porque vives en sombras - com mis manos sedientas,

con caballos de insomnio galopando em mi frente,

a ponerla despacio en tus hombros nocturnos?

 

Si una rama de fuego me brotase en la lengua

dejarias que fuese como un viento en la noche

- esa noche que tienes en tu voz y en tu casa-

a decirte palabras en la espalda desnuda?

La belleza

no proporciona dulces sueños; cunde

en el insomnio azul del hielo.

y en la materia del relámpago.

 

En cales vivas, en

láminas abrasadas,

gira sin descanso; su

perfección es el vértigo.

 

La belleza no es

un lugar donde van

a parar los cobardes.

 

Viva en su luz

mi pensamiento. Quiero

morir en libertad.

La luz hierve debajo ...

La luz hierve debajo de mis párpados.

 

De un ruiseñor absorto en la ceniza, de sus negras entrañas musicales, surge una 

tempestad. Desciende el llanto a las antiguas celdas, advierto látigos vivientes

 

y la mirada inmóvil de las bestias, su aguja fría en mi corazón.

 

Todo es presagio. La luz es médula de sombra: van a morir los insectos en las bujías del amanecer. Así

 

arden en mí los significados.

Ví lavandas sumergidas

Ví lavandas sumergidas en un cuenco de llanto y la visión ardió en mí.

 

Más allá de la lluvia ví serpientes enfermas -bellas en sus úilceras transparentes-, frutos amenazados por espinas y sombras, hierbas excitadas por el rocío. Ví un ruiseñor agonizante y su garganta llena de luz.

 

Estoy soñando la existencia y es un jardín torturado. Ante mí pasan madres

encanecidas en el vértigo.

 

Mi pensamiento es anterior a la eternidad pero no hay eternidad. He gastado mi juventud ante una tumba vacía, me he extenuado en preguntas que aún percuten en mí como un caballo que galopase tristemente en la memoria.

 

Aún giro dentro de mí mismo aunque sé que voy a caer en el frío de mi propio corazón.


Así es la vejez: claridad sin descanso.

De Descripción de la mentira (Fragmentos)

[1975-1976 y 2003]

El óxido se posó en mi lengua como el sabor de una desaparición.

 

El olvido entró en mi lengua y no tuve otra conducta que el olvido,

 

y no acepté otro valor que la imposibilidad.

 

Como un barco calcificado en un país del que se ha retirado el mar,

 

escuché la rendición de mis huesos depositándose en el descanso;

 

escuché la huida de los insectos y la retracción de la sombra al ingresar en lo que quedaba de mí;

 

escuché hasta que la verdad dejó de existir en el espacio y en mi espíritu

 

y no pude resistir la perfección del silencio.

 

 

No creo en las invocaciones pero las invocaciones creen en mí:

 

han venido otra vez como líquenes inevitables.

 

La fermentación del verano se introduce en mi corazón y mis manos se deslizan cansadas en la lentitud.

 

Vienen rostros sin proyectar sombra ni hacer crujir la sencillez del aire;

 

sin osamenta ni tránsito, como si consistieran tan sólo en el contenido de mis ojos, en la unidad de mis palabras, en el espesor de mis oídos.

 

Son obedientes y yo siento su reunión como una salud que se refugia en la oscuridad. Es una amistad dentro de mí mismo;

 

es un estambre urdido por manos que son suaves en el interior de los días.

 

 

 

Ahora es verano y me proveo de alquitranes y espinas y lápices iniciados y las sentencias suben hacia las cánulas de mis oídos.

 

He salido de la habitación obstinada.

 

Puedo hallar leche en frutos abandonados y escuchar llanto en un hospital vacío.

 

La prosperidad de mi lengua se revela en cuanto fue olvidado durante mucho tiempo y sin embargo visitado por las aguas.

 

Éste es un año de cansancio. Verdaderamente es un año muy viejo.

 

Éste es el año de la necesidad.

 

 

Durante quinientas semanas he estado ausente de mis designios, depositado en nódulos y silencioso hasta la maldición.

 

Mientras tanto la tortura ha pactado con las palabras.

 

Ahora un rostro sonríe y su sonrisa se deposita sobre mis labios,

 

y la advertencia de su música explica todas las pérdidas y me acompaña.

 

Habla de mí como una vibración de pájaros que hubiesen desaparecido y retornasen;

 

habla de mí con labios que todavía responden a la dulzura de unos párpados.

 

 

 

En este país, en este tiempo cuya pesadumbre se dibuja en lápidas de mercurio,

 

voy a extender mis brazos y penetrar la hierba,

 

voy a deslizarme en la espesura del acebo para que tú me adviertas, para que me convoques en la humedad de tus axilas.

 

Aún hay luz sobre las ramas abatidas y mi valor se descubre en sílabas en las que tú y los rostros actuáis como gránulos silvestres,

 

como espermas excitadas hasta penetrar en la bujía del sonido,

 

hasta sumergir mi cuerpo en aguas que no palpitan,

 

hasta cubrir mi rostro con las pomadas de la majestad.

 

 

No es una glorificación, no es que la púrpura haya caído sobre mis huesos;

 

es más hermoso y antiguo: alentar sobre el vinagre hasta volverlo azul, adelantar un cuchillo y retirarlo húmedo de una exudación que dignifica al esgrimidor.

 

Agradezco la pobreza para que la pobreza no me maldiga y me conceda anillos que me distingan de cuando fui puro y legislaba en la negación.

 

Huelo los testimonios de cuanto es sucio sobre la tierra y no me reconcilio pero amo lo que ha quedado de nosotros.

 

Estoy viejo de mí mismo pero hay estigmas. Han llegado los visitantes. Hay hormigas debajo de las llagas.

 

Siento la fertilidad que se refugia en la ira de mis cabellos y oigo el deslizamiento de las especies que nos han abandonado.

 

He cesado en la compasión porque la compasión me entregaba a príncipes cuyas medallas se hundían en el corazón de mis hijas.

 

Yo haré con los príncipes una destilación que será nociva para ellos pero excitante y dulce en la población como lo es el zumo reservado en vasijas muy oscuras.

 

No recurriré a la verdad porque la verdad ha dicho no y ha puesto ácidos en mi cuerpo.

 

¿Qué verdad existe en el vientre de las palomas?

 

¿La verdad está en la lengua o en el espacio de los espejos?

 

¿La verdad es lo que se responde a las preguntas de los príncipes?

 

¿Cuál es entonces la respuesta a las preguntas de los alfareros?

 

 

Si levantas una túnica encontrarás un cuerpo pero no una pregunta:

 

¿para qué las palabras desecadas en cíngulos o las construidas en esquinas inmóviles, las convertidas en láminas y, luego, desposeídas y ávidas?

 

 

Y bien: ¿he sido yo alguna vez cínico como asfalto pelambre?

 

No es así sino que el asfalto poseía mi memoria y mis exclamaciones relataban la perdición y la enemistad.

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